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Ahora que el calor del verano aprieta, apetece buen trago de agua fresca. Pero ¿sabías que uno de los sistemas de refrigeración del agua más primitivos, el del botijo, usa el mismo principio que las torres de refrigeración en Zaragoza más modernas?
Pues sí, ambos mecanismos se basan en la refrigeración por evaporación, así que el sencillo botijo del pueblo y las más sofisticadas torres de refrigeración en Zaragoza tienen un origen común. El botijo es una vasija de barro poroso, y su función principal es mantener el agua fresca respecto de la temperatura exterior. De hecho, un botijo puede bajar la temperatura del agua hasta diez grados menos que la temperatura ambiente, y puede hacerlo en menos de una hora, y sin usar ningún tipo de energía exterior. Esto es posible gracias a la porosidad de su superficie.
Se trata de un sencillo proceso físico: el agua necesita energía para pasar de estado líquido a gaseoso (esto es, para evaporarse), y este aporte de energía puede hacerlo el ambiente o bien el propio sistema que está en acción (esto es, el agua). Por eso, al evaporarse, el agua extrae la energía necesaria de la propia temperatura del agua, y ésta, en consecuencia, baja.
La porosidad de la superficie del botijo permite que esas moléculas evaporadas puedan escapar, y por eso el proceso no se estanca, volviendo a calentar el agua. Para ello es necesario que fuera haya una corriente de aire, mejor seco y caliente, que se lleve este vapor. Por eso los botijos se suelen dejar fuera de las habitaciones: en la puerta de las casas, por ejemplo.
El principio de evaporación es usado en muchas culturas para refrigerar agua, alimentos y ambientes, y actualmente tiene aplicaciones en la refrigeración industrial. En Control y Ventilación somos expertos en refrigeración por evaporación, y queremos desearte un feliz y fresco verano.